El fotógrafo de cadáveres by Julio Castedo

El fotógrafo de cadáveres by Julio Castedo

autor:Julio Castedo [Castedo, Julio]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Bélico
editor: ePubLibre
publicado: 2012-08-31T16:00:00+00:00


18

EN LA TRINCHERA de fuego, Arthur se convence aún más de su insignificante papel en la guerra. Los soldados rasos como él no pueden disparar, ni siquiera asomar la cabeza por encima del borde de los sacos terreros, solo tienen que esperar, sacar a los muertos de la trinchera, recomponer los defectos de las paredes, estar alerta y mantener despejado el camino. Los únicos que están autorizados a disparar sin recibir una orden son los francotiradores y los artilleros de los puestos de ametralladora, que escupen un fuego constante y ensordecedor, pero de dudosa eficacia.

Lleva la mochila a la espalda, el fusil Gewehr con la bayoneta calada por si se produce un asalto, dos granadas de mango de raqueta y tres peines de munición, pero su trabajo inmediato es despejar la trinchera de cadáveres, casi siempre mutilados e irreconocibles. Los serbios han atacado durante la noche con granadas rompedoras, que explotan en altura, y su furiosa lluvia de fragmentos de metal al rojo ha hecho estragos en el relevo anterior.

No quiere pensarlo, pero en algún momento se cumplirán los rumores y recibirán la orden de atacar, y tendrán que salir de la trinchera, arrastrarse por debajo de las alambradas, cruzar la tierra de nadie confiando en que no los alcance el fuego serbio, volver a arrastrarse bajo las alambradas del enemigo sin quedarse prendido en ellas e invadir su trinchera. Es la rutina de la guerra moderna. Las líneas se mantienen estáticas, y durante un largo periodo de tiempo las fuerzas se enfrentan en pequeñas escaramuzas que mantienen la actividad y la moral de las tropas; en realidad, el objetivo es desgastar las fuerzas del enemigo hasta el día en que el alto mando decida la invasión. Puede pasar mucho tiempo hasta que llegue ese momento, a veces incluso meses, porque debe estar muy bien planificado para tener éxito, coordinado con la artillería y en las mejores condiciones atmosféricas. En cualquier caso, se cobrará un elevado número de bajas, pues la vigilancia mutua es permanente, y la sorpresa, casi imposible.

En realidad es deseable que sea el bando contrario el que emprenda el asalto. Ante una defensa bien planteada, el número de bajas suele ser mayor en el ejército atacante; de hecho, algunos estrategas descartan como iniciativa el ataque frontal contra la trinchera enemiga por considerarlo una maniobra suicida, y se plantean una posición de larga resistencia para preparar un ataque final de desborde por los flancos.

Pero los soldados de las trincheras nunca saben qué maniobra ordenarán sus generales, ignoran si en el cuartel de operaciones esos eminentes especialistas considerarán que el sexto cuerpo del segundo ejército imperial es básico o sacrificable, si debe mantener la posición para fijar la defensa serbia en el punto exacto donde se encuentra en ese momento o actuar como señuelo para facilitar un movimiento lateral de otra sección.

Hoy el frente se mantiene tranquilo, los cañones austriacos están lanzando obuses contra las líneas serbias con una cadencia lenta, los proyectiles surcan el cielo sobre sus cabezas



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